San Antonio de Padua: La Enramada

La hacienda de San Antonio de La Enramada fue fundada en 1736 por Joseph de Berroteran, capitán del presidio de San Francisco de Conchos, en las riberas del Florido. En este lugar todavía existe un rancho y la iglesia. La capilla perteneció a ‘la Antigua Hacienda de La Enramada’ y está dedicada a San Antonio de Padua.

Está compuesta por una nave (5 x 17 m) que termina con un presbiterio con ábside ochavada, una sacristía, y una espadaña de tres vanos que aloja tres campanas. El movimiento de los muros de la espadaña ha causado la aparición de diversas grietas en las uniones de los aplanados entre este campanario y el muro testero. Este movimiento parece tener origen en el movimiento de vibración de las campanas por el reducido espacio con relación a su tamaño además de que se advierten cambios de momento constructivo del aplanado. El movimiento de las campanas, que golpean directamente en los muros de la torre está causando las grietas que han parecido entre la base de la torre y el muro, también acelerado por la filtración del agua lluvia a través del aplanado.  Estas grietas se han remendado anteriormente con aplanados de cemento. El estado similar del aplanado de las bases de los muros en las fachadas exteriores está contribuyendo al desprendimiento del aplanado del adobe, y su eventual caída.

Al centro de la nave se encuentra una piedra tumbal con una inscripción que dice: “Carlos Villota y González, nació en Arcentales, Vizcaya, España, 4 de noviembre de 1855”. La fecha de su muerte es el 12 de septiembre de 1893. La pila del agua bendita y algunas de las imágenes, aunque muy repintadas, parecen ser del siglo XVIII, siendo muestras de los cuidados que se tenían con el adorno de los templos. El retablito de madera es de este siglo. Hay restos de otro parecido a este, en la iglesia de Rio del Parral.

Clara Bargellini: Sur de Chihuahua, Itinerarios del pasado. 1ª edición, México, 2000.