Tiene su origen en la antigua misión franciscana de San Jerónimo, la cual atendía a indios conchos en la localidad hoy conocida como ciudad Aldama. La misión fue blanco de ataques durante las rebeliones apaches en el siglo XVIII. En estos se destruyó el templo y los habitantes abandonaron la población, que tiempo después se erigió como presidio para posteriormente convertirse en villa.
El templo actual se ordena construir en 1783 por Juan Gutiérrez de la Cueva, aunque la primera piedra se coloca y se termina en 1906, con estilo neoclásico, con una planta de tres naves. La nave central, más ancha, está coronada con una cúpula y se prolonga con el presbiterio y un ábside. La cúpula, la parte superior del presbiterio y el ábside están adornados con pinturas, obra del Padre Emiliano Soria, a quien se deben también otras obras artísticas que se conservan en varios templos de Chihuahua.
Descripción icono-gráfica de la pintura mural del templo, por el Cronista Manuel Martínez
En el ábside resalta una reproducción de “La Transfiguración”, de Rafael Sanzio, un fresco que narra el Evangelio de Lucas: 9, Marcos: 6 y Mateo: 10. Considerado como uno de los temas más complejos del artista y uno de los trabajos al más puro estilo clasicista, muestra el milagro de la transfiguración: a Cristo en los cielos entre una nube radiante mientras es acompañado por Moisés y Elías.
En las pechinas se puede observar un tetramorfo: una representación icono-gráfica de un conjunto de cuatro elementos y que comúnmente está vinculado con los 4 evangelistas; en la representación que existe en este templo Mateo es acompañado por un ángel, Marcos por un león, Lucas por un toro y Juan por un águila. Las formas que conforman un tetramorfo son variadas, muchas veces Mateo es acompañado por un ángel, por una figura de un niño o un hombre; en otras, también las figuras de los evangelistas pueden ser simplemente representadas por el animal que los simboliza.
En la cúpula, se observa la representación de las tres virtudes teologales acompañadas por ángeles y sus símbolos correspondientes: la Fe, por una cruz; la Esperanza, por un ancla; y la Caridad, por un corazón.
Los elementos de este templo son muy variados, y sin duda, todo su conjunto es un símbolo del patrimonio histórico y cultural de la ciudad. Es un templo muy hermoso y mucho más que la familiaridad con los objetos y su significado, cada una de sus partes en su conjunto se vuelve un todo que lo justifica como obra de arte.
Transcripción de la reseña del templo por el periódico Hechos de Aldama, por Abner Plascencia el 30 de Septiembre de 1999.